¡Mito y Realidad! #25 (La siesta)

Pocas tradiciones españolas son tan populares y conocidas como la siesta.

Los médicos y especialistas en descanso han dedicado años de estudio a esta cuestión y han determinado que hacer la siesta es una actividad saludable para nuestro cuerpo y nuestro cerebro, pero también existen una serie de mitos en torno a la siesta que no son ciertos.Pocas tradiciones españolas son tan populares y conocidas como la siesta. Los médicos y especialistas en descanso han dedicado años de estudio a esta cuestión y han determinado que hacer la siesta es una actividad saludable para nuestro cuerpo y nuestro cerebro, pero también existen una serie de mitos en torno a la siesta que no son ciertos.
El mito: La siesta es sólo para niños y abuelos.

La realidad: Toda persona se beneficia de tomar un breve y efectivo descanso en medio de la jornada. Este pequeño tiempo de sueño, de hecho, es más beneficial para los adultos, pues permite recuperar las energías perdidas en el día, y al despertar facilita la concentración y aumenta la productividad laboral.

El mito: La siesta aletarga.

La realidad: Otro mito por el que muchos rechazan la siesta, y si bien dormir demasiado durante el día sí te hace despertar algo atontado, si tomas una breve siesta (nuevamente, de no más de 20 minutos), despertarás a toda luz, pues en este tiempo de descanso la mente permanece en las primeras etapas del sueño, sin llegar al estado profundo ni al abandono total de conciencia.
Como vemos, dormir una breve siesta es la mejor idea para toda persona de cualquier edad. Aprovecha 15 minutos en tu tiempo de descanso y entrégate al placer de un reparador momento de tranquilidad.

El mito: La siesta se tiene que dormir estirado.

La realidad: Una siesta sentado o reclinado favorece que no sea demasiado larga. Durante el sueño se produce una relajación del tono muscular que llega a ser casi completa cuando entramos en fase REM. Esta atonía hace que, si estamos sentados, nos vayamos a despertar; sin embargo, si estamos tumbados eso no ocurre y, por tanto, no le ponemos límite.

El mito: La ventana cerrada para evitar resfriados.

La realidad: Para favorecer la oxigenación durante la siesta, es mejor descansar con alguna ventana abierta o, mejor aún, al aire libre. En verano, por supuesto, a la sombra.

El mito: La siesta tiene que ser de mínimo unos 50 minutos.

La realidad: La siesta debe ser breve, entre 20 y 30 minutos como máximo, aunque diez minutos también van a tener efectos beneficiosos sobre el rendimiento. Es importante no entrar en el sueño profundo, del que nos costaría más despertar. Pone en marcha mecanismos cerebrales que harán que tardemos tiempo en volver a ponernos en funcionamiento. Tendremos sensación de cansancio y además nos cobrará un peaje respecto a la capacidad de dormir luego por la noche.

El mito: La siesta se hace mejor después de una comida copiosa.

La realidad: Tras una comida copiosa y bien regada, es habitual que el cuerpo nos pida echar una cabezada. El alcohol inicialmente induce al sueño, pero cuando los niveles en sangre empiezan a reducirse, se produce una reacción del sistema nervioso simpático que produce microdespertares, desvelándonos por completo o haciéndonos entrar en una fase de duermevela que no proporciona un sueño reparador. Un atracón también puede facilitar la somnolencia, aunque en menor medida. Eso sí, una digestión pesada hará que el tiempo que estemos durmiendo sea de peor calidad. Y tumbarnos dificultará la digestión.