¡Mito y Realidad! #27 (La hidratación)

Nuestro cuerpo depende del agua para sobrevivir. Cada célula, tejido y órgano de nuestro cuerpo necesita agua para funcionar correctamente.


El agua representa más de la mitad del peso del cuerpo humano. Perdemos agua cada día cuando vamos al baño, cuando sudamos e incluso cuando respiramos. Perdemos agua aún más rápido cuando el clima está muy caliente, cuando estamos físicamente activos o si tenemos fiebre. Los vómitos y la diarrea también se pueden provocar por una pérdida rápida de agua.

El mito: Todos tendríamos que beber ocho vasos de agua al día.

La realidad: Es cierto que se necesita una buena dosis de hidratación diaria, pero la cantidad es una cuestión individual. Se recomiendan unos 2,5 litros por día para las mujeres y 3,5 para los hombres. Sin embargo, el instituto afirma que una persona sana satisface adecuadamente sus necesidades de hidratación guiándose por su sed.

El mito: La orina sana es aquella que tiene un color claro.

La realidad: Una orina clara resulta un poco excesivo. Si es totalmente clara, sólo significa que estás lleno a rebosar. Por otro lado, si tu orina es del color del zumo de manzana o más oscuro, o huele más de lo habitual, debes beber algo más.

El mito: El agua es la mejor herramienta.

La realidad: Aunque el agua es una gran manera de hidratarse, puede no ser la mejor opción en todas las situaciones. Para una salida fácil de una hora en un día no muy cálido, beber agua está muy bien. Pero si estás corriendo 15 kilómetros en una mañana de agosto y eres de los que sudan abundantes sales, necesitas ingerir algo de sodio también. Una bebida isotónica o agua enriquecida con electrolitos son buenas opciones.

El mito: No se puede beber demasiado.

La realidad: Demasiada agua puede causar hiponatremia, un trastorno que se produce cuando los niveles de sodio en sangre son peligrosamente bajos. Esto puede causar jaquecas y vómitos e incluso en casos extremos puede llegar al coma.

El mito: Si bebes mucha agua no te podrá dar un golpe de calor.

La realidad: Un golpe de calor es un trastorno peligroso para la salud cuando la temperatura corporal se eleva por encima de 40º. La deshidratación, está claro que puede hacernos más propensos a ella. Ciertamente, mantenerse hidratado es una buena opción y puede reducir ostensiblemente su riesgo, pero prestar atención a todos los factores que intervienen en el proceso nos dará un plus de seguridad; es la mejor manera de evitar un problema más común de lo que creemos.